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Muchas cosas han cambiado, y muchas no serán ya nunca iguales. Todos lo sabemos.
Este verano muchos pueblos, muchas calles, echarán de menos la presencia de “esos niños morenos tan simpáticos”. Pero los echarán mucho más en falta las familias acogedoras. Porque sí, este año no habrá niños saharauis del programa “Vacaciones en paz”. Más faltará allí, en los campamentos. Los más de cinco mil niños saharauis que el verano estaban aquí, disfrutando de tantas cosas, pasarán sus vacaciones a más de 50 grados, sin posibilidad de someterse a un riguroso análisis médico, sin nuevas diversiones, sin ver el mar, sin nadar en él. Y sus familias sin ese pequeño extra que suponía su regreso con modestos (para nosotros) regalos, como un poco de aceite de oliva. ¿Volverán? Esperemos que sí. Estamos en una burbuja en el tiempo, nosotros, pero el tiempo sigue pasando. Es casi absurdo pedirlo ahora, pero si de verdad pensamos que saldremos de esta un poco mejores, más solidarios, más conscientes, ojalá que el año que viene no vengan cinco mil, sino seis, siete mil. Y que vengan los que más lo necesitan, porque también allí hay familias más golpeadas, con muchas más carencias que otras. Un sinfín de familias españolas volverán a esperar a los niños saharauis con una enorme sonrisa en sus labios. Para decirles a ellos que no los olvidamos, y para decirnos a nosotros mismos que somos muchos. Para llenar los agujeros que hoy hay en tantos corazones.
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