Bubisher VOLVER

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A pesar de que el cambio climático haya transformado a las migrantes cigüeñas en aves casi sedentarias en la península Ibérica, este año, tal vez previendo un invierno más que duro, tal vez añorando un viaje hacia la luz, un nutrido grupo ha decidido regresar a África. Y en su camino hacia el profundo sur, han realizado una parada inusual en los campamentos de refugiados saharauis.

De todos es sabido que las cigüeñas son el símbolo del amor a la familia y, tal vez, en esta ocasión lleven en sus picos ese mensaje de afecto que todos queremos enviar a esa nuestra segunda familia a la que, por el momento, no podemos abrazar, pero a la que no olvidamos.

Lo cierto es que en su aún largo viaje, han hecho un alto en el camino y dicen los más ancianos que es el anuncio de un buen año. Puede que sea verdad, puede que las cigüeñas anuncien con su presencia en la hamada que todo irá a mejor, que pronto los pájaros de hierro llevarán en sus tripas a quienes también deseamos volar del norte al sur, del sur al norte, de los meses de miedo e incertidumbre a los días de abrazos y alegría compartida

Insha’Allah



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