Bubisher SUADU

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La llaman Suadu. Lo que suena suave. Pero no lo es. Es una bubishera fuerte. Porque puede, porque trabaja sin pausa, y cuando se pone a ello no la detiene nada. Un día estaba en los muros de la biblioteca de Bojador, en un andamio, con “la melhfa arremangá”, y unos chicos se burlaron de ella, “Mírala, haciendo un trabajo de hombre”. Pasaba por allí una anciana saharaui, que se enfrentó a ellos, creyendo también que era una saharauía: “Esa chica hace lo que hicimos nosotras hace cuarenta años, transformar este desierto en un lugar  en el que vivir”, vino a decir. “Ella es un ejemplo, vergüenza para vosotros, burlaros de esa chica”. Con las orejas gachas, se fueron de allí.

Ahora Suadu (Inés, aquí), está allí. Lo mismo cuenta un cuento en una escuela que compra gomas y celo en el “marsa”. Lo mismo habla con un bibliotecario en horas bajas que con un ministro en horas altas. Lo mismo inventa estrategias para que el Bubi llegue a más rincones que decora los muros y el bibliobús de la biblioteca de Dajla. Porque respira como saharauía, come como saharauía, habla como saharauía, quiere como saharauía, sueña con la libertad y la independencia como saharauía. Porque quiere estar al lado de los saharauis que luchan para mejorar la vida en los campamentos.

Está allí, y estará más de dos meses, y disfrutará viendo cómo las bibliotecarias y bibliotecarios hacen cada vez mejor su trabajo, cómo crecen los jardines en los nidos y las bibliotecas escolares en las escuelas. Dirá lo que no le gusta, duela a quien duela. Y se alegrará con lo que ya funciona, pero sobre todo con sus planes para que funcione mejor. Y puede que se enfade a veces, explicando cómo hay aquí niños y mayores esforzándose en la escuela para llevar más libros a los campamentos, o buscando recursos para construir la quinta biblioteca. Algún saharaui se inquietará cuando se acerque. Algún saharaui alegrará su rostro cuando se acerque. Así es siempre en la vida. Depende de lo que hagamos. Y Suadu hace todo lo que hace pensando que es lo justo, sin halagos, pero con gozo. Por eso se sacó su billete, para compartir el gozo y combatir lo viejo.

 



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