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No habrían querido dejar su país. No eligieron la enorme dureza de su periplo. No salieron de conflictos armados y situaciones de extrema violencia para encontrarse con barreras infranqueables. Son seres humanos que llevan consigo el dolor de muchas pérdidas. Son refugiados.
Según el último informe de ACNUR, en 2018 uno de cada dos refugiados era un niño o una niña. Infancias robadas, horrores vividos.
No hay nada más que decir, sobran todas la palabras, porque ningún discurso en ninguna lengua puede hacerse eco de tanta injusticia. Pero si podemos actuar.
Ponte en su lugar, piensa y actúa.
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