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Ayer, coincidiendo con la luna llena y su eclipse, Segovia llenó la noche y sus calles de cultura. En el Paseo del Salón se instaló una jaima en la que, junto a muchos niños saharauis, “El niño de luz de plata” encontró más de cien sonrisas que quisieron llevárselo a su casa. Por dos veces, en diferentes momentos de la noche, la historia del Bubisher fluyó entre los muchos segovianos que se acercaban a compartir sus propias experiencias o a interesarse por el proyecto, a participar de esta fiesta de la cultura aportando su granito de arena al derecho fundamental a la cultura, la de todos y para todos.
Nos sentimos como en casa, arropados por los muchos jóvenes que de forma voluntaria trabajaron durante muchas horas, para que todo saliera como salió, es decir, de maravilla.
Pero nada de lo que pudimos vivir los bubisheros que allí estuvimos hubiera sido posible sin la presencia de su coordinadora, Elena Marqués, quien, a pesar de un doble esguince, se movió toda la noche como si tuviera alas.
A todos, gracias. A cada uno, el deseo de volver a veros otra noche de luna llena
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